Hola familias:

En esta entrada de nuestro blog os voy a hablar de la importancia de los límites y las normas. Desde que llevo trabajando en el sector de la educación infantil siempre me ha parecido éste un tema muy interesante en el que muchas veces estamos un poco perdidos o no encontramos el punto medio entre ser autoritario o permisivo. Ya os digo que los extremos en la educación no funcionan.

Lo primero que los adultos tenemos que tener claro a la hora de intentar que los niño/as adquieran unos hábitos y normas de conducta, es que todas las personas que participamos en la educación del niño/a, seamos COHERENTES. Es algo que puede parecer evidente o lógico pero los adultos en muchas situaciones NO CUMPLIMOS (por ejemplo, reñirle por gritar, pero él ve que los adultos adultos que le rodean gritan cuando están enfadados, o que nosotros mismos lo hacemos cuando le regañamos, etc.).

Durante el primer año, el tema de la disciplina no suele ser objeto de preocupación ni de intervención, pero sin darnos cuenta, ya estamos sentando unas bases para la conducta futura. El niño/a percibe el efecto de sus actos en los demás desde muy pronto (su llanto hace que el adulto acuda a satisfacer sus necesidades), recibe atenciones, afecto, y ya se marcan ciertos límites por su propia seguridad (no dejarle tocar ciertas cosas, apartarle de lo que para el pueda ser un peligro, se pueda caer o darse un golpe, etc.). Todo esto constituye el conocimiento y la disciplina por parte del niño/a, y su ausencia afectará al establecimiento de límites y a la conducta futura.

Es a partir del año cuando los padres marcan constantemente al niño/a lo que debe y no debe hacer, y él busca que los padres estén contentos con su conducta, pero se “despista” con facilidad y a los dos/tres años, muchas veces desobedece dentro del proceso normal del desarrollo de su personalidad. El niño busca afirmarse como independiente, como persona con criterios y decisiones propias. La desobediencia es algo normal en el desarrollo infantil, pero la forma que utilicen los adultos a la hora de establecer las normas e imponer los limites, influirá en gran medida en ellos.

Es importante explicar al niño/a cuáles son las razones por las que queremos que haga o no haga algo, y adaptar dicha explicación a su edad y a su comprensión (no mandaremos hacer algo o no hacerlo “porque si”) ya que cuando tanto una persona como un niño/a entiende el motivo de una regla se sentirá más dispuesto a obedecerla.

Las normas deben ser :

  • Realistas
  • Centradas en la conducta
  • Claras
  • Apoyadas por nuestra comunicación no verbal.
  • Explicarse por anticipado
  • Explicarse cuál será la consecuencia
  • Deben de existir refuerzos
  • Debemos mostrarnos tranquilos y seguros a la hora explicar las normas. Hay que tener en cuenta que los niños prueban hasta donde pueden llegar, por lo tanto, debemos ser constantes.

Trataremos de mostrar de forma positiva los resultados de la conducta demandada, por ejemplo: en lugar de decir “no puedes ir al parque porque no has recogido los juguetes”, mejor decir “cuando recojas los juguetes vamos al parque”. En este último caso recibe una recompensa por hacer algo que le pedimos. A la hora de dar estas recompensas por nuestras peticiones, debemos tener en cuenta que ésta tendrá mucho más efecto cuando más inmediata sea, y que las recompensas afectivas son mucho mejores que las materiales (“qué mayor eres que has recogido los juguetes tú solo) y a acompañado de un beso y un abrazo , es mejor que “te voy a comprar X porque has recogido los juguetes”). Finalmente, cuando utilizamos refuerzos negativos o castigos (por ejemplo, el tiempo fuera, ponerle a pensar o aburrido) será útil si se pone inmediatamente después de la conducta a corregir. Así el niño conoce el motivo por el que esta “castigado” y la magnitud de este, y debe ser proporcionado a lo que el niño/a ha hecho.

Po último os quiero destacar para qué sirven las normas y los límites y por qué son tan necesarios para los niños/as.

  • Dan seguridad y sentimiento de protección a los niños
  • Ayudan a configurar su escala de valores ya que van interiorizando lo que pueden hacer y lo que no.
  • Ayudan a conseguir una convivencia más organizada, promueven el sentido del respeto.
  • Ayudan a vivir en sociedad.
  • Permiten desarrollar la tolerancia a la frustración, es decir el sentimiento que provoca el hecho de que no siempre son las cosas como uno quiere.

Espero que os sea útil y de ayuda.

Yaiza