Madrid, 12 de mayo de 2016
¡Hola! Quería compartir con vosotros algunas reflexiones sobre la importancia y necesidad del juego en la infancia, así como algunas pinceladas de una ponencia de Bernad Aucouturier, experto en la práctica psicomotriz.
Aproximadamente hasta los 6-7 años los niños utilizan el juego libre y espontáneo para asimilar todo aquello que les rodea. Depositan sobre él las experiencias que han vivido, expresan cómo se sienten o cómo se han sentido con una situación concreta, experimentan, crean, imitan, repiten el comportamiento de los adultos y las personas que le acompañan, cambian de rol para comprender el comportamiento de unos y otros… En definitiva, utilizan el juego como herramienta para entender el mundo.
Pero, ¿en qué consiste el juego espontáneo? Para que sea considerado juego no tiene que haber intención, ni objetivo, ni propuesta o dirección desde fuera. El juego nace desde el interior del niño, es el disfrute sin fruto. El niño juega en cualquier lugar y circunstancia, y cuando transforma la realidad con cualquier cosa. Jugar no es entretener, es promover ambientes que lo faciliten: entorno natural o artificial, materiales, afectuoso. Para que cumpla realmente con su propósito, ha de ser libre, no directivo, sin interferencias.
El juego espontáneo es fundamental para que el niño se sienta seguro para aprender.
Y, ¿cuál es nuestro papel? El adulto ha de tener un rol de acompañante, observar que el niño esté seguro, tenga sus necesidades cubiertas, estar presente, quiere decir estar con él en ese momento, disponible para lo que necesite. Sin dirigir su juego ni interferir, sólo intervendremos si el niño lo pide o en caso de que sea necesario. Podemos pensar que en lugar de jugar libremente los niños tienen que empezar a aprender un montón de cosas cuanto antes, y utilizamos el juego para que las aprendan sin darnos cuenta que a través de su juego espontáneo ya lo hacen.
El niño vive su propia globalidad sensorial, tónica, gestual, emocional, su fantasía,… Todos estos conceptos se reúnen en el placer del juego espontáneo. ¿Cómo se desarrolla la dimensión global en los niños? Dejándole libertad completa dentro de un marco, ese marco es el juego espontáneo.
En la ponencia Bernard nos habló de la importancia del juego espontáneo, del juego simbólico. De cómo este juego está al servicio del ser que está aún por desarrollar; en definitiva, al servicio del niño. También nos habló de cómo el juego libre y autónomo afecta directamente a la psique del individuo y cómo deberíamos no solo respetarlo sino además favorecerlo, proporcionando las mejores condiciones afectivas, materiales, psicológicas y pedagógicas.
Bernard pone el foco en la gran importancia de la relación tónico-emocional del bebé con el objeto materno (madre, padre o cuidadores). Y es a través de la calidad de estas experiencias corporales, como el bebé va a ir tomando posesión de su cuerpo y poco a poco integrando su propia unidad personal.
El juego espontáneo forma parte de la formación psicológica del niño. A partir de los 5-6 años va a buscar la reaseguración porque el niño ve el mundo a través de su propia historia o fantasía que proyecta al mundo lleno de emociones. En ese momento sale de su pensamiento mágico y entra en el mundo de la realidad. Antes con su pensamiento mágico deforma el mundo, es el héroe, es capaz de todo, se identifica con personajes mágicos, le resulta difícil acceder al mundo operativo, operar en el mundo, ver con más realismo el mundo exterior. Es a partir de los 6 años cuando se produce lo que Bernad llama la descentralización tónico-emocional cuando el niño va a poder tomar un punto de vista diferente al suyo y sus emociones. En ese momento, el mundo para él cambia.
Bernard sostiene que lo que a un niño le sobreviene mientras juega es parte de su historia, algo ocurrido en el pasado y parte de su naturaleza orgánica. El juego entonces se vivifica en el niño como un proceso de sanación para calmar, aliviar y atenuar dolores del cuerpo y del alma, y con ello liberar inevitables tensiones. Pero para que esta actividad espontánea pueda darse, y el niño pueda cargar de fantasías de omnipotencia su juego y, por lo tanto, pasar por este gran trance mágico, es necesario que el adulto no interfiera en la creencia de ese poder que otorga al niño el juego simbólico.
El propio niño saldrá de él mismo y de su “centro” a la edad adecuada y en el momento necesario. Podrá salir de ese mundo prodigioso, y sus emociones y vivencias con la realidad irán disminuyendo sus fantasías de omnipotencia. Para ayudar a esta descentralización Aucouturier propone DARLE LA PALABRA AL NIÑO, es decir, no sólo dejar que verbalice, sino que se exprese mediante el canal elegido: artístico, social, sensorial, etc..
Bernard nos quiso dejar claro que lo fundamental para el desarrollo sano de la infancia es que se permita, tanto en los hogares como en las escuelas, la actividad espontánea en los primeros años de vida.
Para terminar me quedo con la frase que nos dijo al despedirse de todos los que estábamos escuchándole:
“ESTAD DISPONIBLES PARA LOS NIÑOS”
Fuente original www.lavioleta.org
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¡Nos ha encantado el post! Es muy interesante y está muy bien explicado. Es tan importante dejarles esos espacios para jugar… Y a veces los padres nos olvidamos de ello y queremos planificar demasiadas cosas. Gracias por recordárnoslo 🙂
¡Gracias Mara por leerlo! ¡Me alegro que os haya gustado! 🙂