Los celos son un sentimiento de envidia y resentimiento, que los más pequeños de la casa pueden sentir, sobre todo cuando un nuevo componente llega a la familia. Esto ocurre porque el niño/a ve peligrar su posición y piensa que tendrá que compartir una atención y afecto, que antes eran solo para sí, con su hermanito o hermanita.

Sin embargo, los celos no derivan solo de que se pueda sentir desplazado, ya que existen muchas situaciones que los puedan provocar: cambios en las estructuras familiares o los celos denominados evolutivos, que consisten en una especie de “enamoramiento” que desarrolla el niño/a hacia su padre o madre, por compartir ese amor con otra persona.

 

¿Cómo se manifiestan los celos?

Son difíciles de controlar y se manifiestan de muchas formas. Las más comunes son:

  •  Daño físico en forma de golpes, mordeduras y pellizcos.
  • Intentos frecuentes por llamar de atención de los padres.
  • Cambios de humor constantes.
  • Tristeza, desmotivación e irritabilidad.
  • Lloros, gritos y rabietas frecuentes.
  • Alteraciones en el ritmo de sueño y con las comidas.
  • Dificultad para obedecer.
  • Adopción de formas de comportamiento pasadas, como chuparse el dedo, o hacerse pis en la cama.

 

¿Cómo podemos actuar en estos casos?

En primer lugar, es fundamental para los padres encontrar el foco desencadenante de los celos en los niños/as. Después, hay que ser empáticos con nuestros hijos/as, e intentar ponernos en su lugar, para así poder ayudarles.

 Además, debemos de hacerle ver que entendemos cómo se siente y darle la posibilidad de expresarse, pero de una forma adecuada, evitando gritos, etc.

Algunas de las prácticas a realizar es tratar a todos los hermanos por igual, destacar las cualidades positivas del niño/a, no prestarles atención en episodios de celos (porque es lo que desean) y aumentar la interacción entre todos los miembros de la familia, por ejemplo, a través de juegos.

 

Pero ¿cuándo se manifiestan los celos?

Es importante comentar que los celos pueden desarrollarse en cualquier momento de la infancia de los niños, aunque hasta los 2 años pasan desapercibidos.

Es a medida que van creciendo cuando pueden comenzar a desarrollar estas conductas y empiezan a ser notables. Al llegar a los 5-6 años, los niños tienen la madurez suficiente como para manipular emocionalmente como podría hacerlo un adulto.

Por otro lado, no debemos olvidar, que no solo los hermanos mayores sienten celos hacia los pequeños, sino que también puede suceder a la inversa.

 

Conclusión

Los celos son comunes en los niños, pero pueden ser controlados por los padres si estos fomentan la igualdad entre los distintos hermanos/a y se les proporciona el mismo afecto.

Para terminar con los episodios de celos, es importante que los padres se pongan en el lugar de su hijo/a, le permitan expresarse e intenten buscar una solución al problema, regulando las situaciones que le generen celos.

 

Irene Fernández Guijarro

Tutora de Aula Escuela Infantil Depeques